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shzhuli.com.cn | 27. 09. 2023 | Editor:Lety Du | [A A A] |
Una década con la mirada puesta en una comunidad global de futuro compartido
Por Jorge Fernández
Solos no haremos nada, pero unidos no habrá adversidad que no podamos superar. La cooperación nos brindará la fuerza y el espíritu para sortear los obstáculos en un camino por el que todos debemos transitar.
Diez a?os han pasado desde que el presidente de China, Xi Jinping, presentó ante audiencias nacionales e internacionales la idea de una comunidad global de futuro compartido. Si resumimos el trabajo emprendido por el país asiático desde ese día, entonces podríamos afirmar que hasta el día de hoy, todos los esfuerzos se han orientado a buscar una cooperación sustentada en la apertura, la inclusión, el beneficio mutuo, la equidad y la justicia. El atractivo de esta revolucionaria propuesta, y la cual rompe con planteamientos clásicos de las relaciones internacionales, radica en que, por primera vez en la historia, convoca a países con distintos sistemas sociales, ideología, culturas y niveles de desarrollo a trabajar juntos para promover intereses, derechos y responsabilidades compartidas en temas inherentes a un mundo compartido. Esto es justamente lo que China busca con la creación de una comunidad de destino común para la humanidad.
Esta idea de China ha trascendido desde hace 10 a?os políticas exclusivas, egoístas y arbitrarias, en donde prevalece la idea de que la fuerza debe aplicarse para imponer comportamientos políticamente correctos. Ha confrontado con valentía valores manipulados por un peque?o grupo de países occidentales, haciendo notar, por ejemplo, que la apertura es un camino de dos vías y que no se puede exigir, demandar u obligar a terceras partes a abrir las puertas de par en par mientras las propias están completamente cerradas. También ha argumentado que la democracia no es una patente en donde alguien tiene derechos sobre la definición, sino que es, por el contrario, una solución pragmática que respeta la voluntad de la mayoría para solucionar problemas complejos y diversos bajo diferentes contextos y realidades históricas.
Para conmemorar esta efeméride, el Consejo de Estado congregó a un grupo de altos funcionarios, entre los que figuró Wang Yi, ministro de Relaciones exteriores. Todos ellos participaron en la presentación del libro blanco Una comunidad global de futuro compartido: Propuestas y acciones de China y respondieron a las interrogantes de la prensa alusivas a este ideal chino. El concepto impulsado por China cuenta ya con el apoyo de un amplio colectivo de naciones. Ellas, con la mirada puesta en el tan anhelado desarrollo, entienden a cabalidad que las soluciones requieren de la participación de todos. De igual forma y con el mismo entusiasmo deben abordarse desafíos globales como la sanidad, el cambio climático y la seguridad en el ciberespacio.
La idea de una comunidad global de futuro compartido cobra sentido en un mundo marcado por la complejidad de las relaciones internacionales, por las tensiones geopolíticas y desafíos para todos como crisis climáticas y pandemias. Algunas naciones han estado inmersas en convulsas realidades en donde las desigualdades económicas y sociales resultan alarmantes, y en muchos casos sus propias miserias se multiplican y se hacen más grandes por políticas egoístas, unilaterales e impositivas en donde la lucha de poderes es el denominador común. Es de cara a esa trágica realidad, susceptible de ser alterada entre todos por el bien de todos, que la apertura y la cooperación, implícitas en la idea de una comunidad de destino común, surgen como armaduras para hacer frente a problemáticas globales.
El documento que el Consejo de Estado hace del conocimiento público reconoce que conceptos como el de prosperidad y el de estabilidad no son ajenos, y que deben observarse como ideas interconectadas a nivel global. No hay estado en el sistema internacional que pueda mantenerse aislado de los demás y salir avante con todos sus proyectos, y de cara a esta verdad axiomática, la construcción de una comunidad global de futuro compartido es un llamamiento a todos los que compartimos este planeta para superar divisiones, recelos, desconfianzas y problemas legados por la historia, y trabajar unidos por el bien común. A mayor diversidad de sistemas, ideologías y culturas, mayor fortaleza en las ideas para edificar un bienestar colectivo digno y perenne para todos. Es de sorprender que nunca antes alguien haya tenido la valentía de rechazar el uso de la fuerza y la imposición, y de valorar la igualdad, la equidad y la justicia en las relaciones internacionales.
Todos los miembros en esta comunidad de naciones tienen un papel crucial que repercute en el destino de los otros. China entiende el lugar que ocupa en el sistema internacional y trabaja con diligencia y con métodos científicos para aprender de sus errores y para forjarse como un Estado en constante evolución. El impulso que la economía de China ha alcanzado repercute no solo en las economías de los países vecinos sino en las del mundo entero. Buscar aislarla a través de métodos sutiles de desacoplamiento no solo atenta contra los ideales chinos consagrados en su propia Constitución, sino que va en contra de un sistema económico mundial que necesita de la participación activa del gigante asiático. Cuando el mundo prospera, China prospera y viceversa. Que China está intrínsecamente conectada al bienestar del mundo es algo que hoy por hoy nadie puede negar.
La antigua China, con su sabiduría, envolvió al mundo en seda, una tela exquisita en textura que encarna el concepto de una comunidad global de futuro compartido. Así como en la producción de seda cada laborioso gusano de morera teje una hebra única en textura, calidad y color, cada nación refleja sus características ideológicas, culturales e históricas en su contribución a la comunidad global. A medida que estos hilos se cruzan y entrelazan, crean una intrincada red que simboliza la cooperación entre naciones. La tela resultante de este esfuerzo colectivo no solo es más fuerte y bella, sino que irradia diversidad y una comunión armoniosa, donde cada hebra de seda aporta su singularidad para crear algo más grande, más resistente y más hermoso.